miércoles, 21 de mayo de 2014

El oro como lujo en un hotel

Hay hoteles que presumen de ser los más lujosos del mundo, y te ponen como ejemplo que las griferías de las habitaciones son de oro. ¿Cómo? ¿de oro? ¿y eso hace que los grifos funcionen mejor? me pregunto yo que soy de esas personas que prefieren ser prácticas, que prefiere que las cosas funcionen antes que nada. Imagino que debo ser un bicho raro, pero no llevo colgantes, pulseras, relojes, cinturón, cartera... la ropa, y no siempre. Por contra hay personas kinkys, que las ves y parecen un muestrario de joyería, aunque sin son felices que vayan como quieran, como sabiamente me decía mi abuela ante mis insistentes preguntas sobre el tuneo joyero de algunas personas de mi entorno familiar.

Volviendo a los hoteles que tienen mucho oro como parte de la decoración, los hay que incluso tienen un departamento de compra de oro, encargado de la negociación directamente con las empresas extractivas y los grandes mayoristas de intermedicación internacional del mercado del oro y metales preciosos, para la obtención de unos precios competitivos. También tienen joyeros y orfebres en nómina, para todo aquello que poco a poco van dorificando. Como el Vaticano, pero sin cruces y en un hotel.

¿Tu irías a un hotel que pareciera un mausoleo de oro? Yo no, salvo que no me quedara otra opción, que hay veces en los que estás de excursión en una determinada ciudad, y tus amigos se empeñan en ir a ver algo que a ti no te hace ni puñetera gracia, y allí acabas como un borrego más, viendo algo que para ellos parece ser imporante porque tiene mucho oro, y tu mientras, estás pensando en comer, en beber o en lo otro, que por motivos que ignoro, al menos a mi se me apetece mucho más en los viajes.

Volviendo al tema del oro, otro problema que le veo en los hoteles es el de los posibles robos. Lo de la toallas ya lo tienen asumido que todo el mundo se las va a robar, pero que además se te lleven un grifo de oro, un pomo de puerta de oro también, o un cepillo de dientes de oro, ya es como para pensárselo.

¿Un cepillo de dientes de oro? Pues si. Cosas más raras hay.



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