Trabajo en uno de los mejores y más antiguos hoteles de la capital, en el servicio de limpieza, y mis compañeros y yo notábamos hacía unos días que salía un olor nauseabundo de los servicios de caballeros de la planta baja.
Lo comunicamos al jefe, y al principio no hizo mucho caso, pensando que sería cosa del viento, que a veces hace que salga mal olor de las tuberías. Al menos así lo cree él. Yo creo que eso son tonterías, pero bueno.
Pero al cabo de una semana el mal olor fue en aumento y los clientes comenzaron a quejarse.
Yo no entiendo de fontanería, pero el hotel donde trabajo es un edificio que, aunque reformado, tiene muchos años de antigüedad, y en los bloques antiguos las tuberías llega un momento en que empiezan a dar problemas y pasan estas cosas.
Vino un fontanero amigo del Director del Hotel, a echar un vistazo, pero no encontró nada.
Entonces yo me acordé de mi amigo Juan, de El Rey de los Desatoros, que tiene mucha experiencia en estas cosas y sé que su empresa funciona muy bien.
Le di al Director una tarjeta suya que guardaba yo en casa y le dije que lo llamara de mi parte.
Diez minutos después, se personó en el hotel y tardó poco en diagnosticar el problema.
Atasco de varias tuberías, como era de esperar.
Juan le explicó al Director, que el trabajo no iba a ser sencillo, porque se trataba de obstrucciones bastante graves, pero que con su maquinaria especializada, lo resolverían antes de 4 horas, ya que la tecnología que usan está pensada para succionar o aportar presión a cualquier conducto o alcantarilla y dejar el paso limpio y expedito.
El Director les suplicó que hicieran todo lo posible, porque al día siguiente les venía una excursión de alemanes y tendrían el hotel lleno.
Lo resolvieron sin ningún incidente antes de lo previsto. En agradecimiento, mi jefe me subió el sueldo y la categoría.
Nunca se sabe lo importante que puede ser tener amigos en una empresa de desatoros.
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