Aunque pudiera parecer que son tres verbos incompatibles entre si, os garantizo que se pueden compaginar perfectamente si sabes cómo hacerlo, claro. Mi secreto está en contar con la tarjeta de descuento de disfruta y ahorra, que según los proveedores me devuelven un porcentaje de lo que haya pagado a través de ella en mis viajes. Pero lo que me gusta, es que en un mismo viaje puedo ir acumulando descuentos de diferentes proveedores, y a fin de mes, ya vuelvo a tener una importante cantidad de dinero disponible para nuevos viajes, nuevos gastos, o lo inventirlo o gastarlo en lo que más me apetezca en ese momento en concreto.
¿Y cuanto se ahorra me preguntaréis? Pues depende. Hay proveedores donde el margen que ellos tienen para ofrecer a los titulares de la tarjeta es muy bajo, y otros donde pueden estirarse hasta llegar a descuentos del 50%. Son pocos, pero haberlos haylos, como las meigas gallegas. El truco está en preguntar antes de hacer la compra o contratar el servicio, y mi experiencia me dice que si lo haces en días como los martes o los miércoles, los vendedores o prestadores de servicios que admiten la tarjeta disfruta y ahorra, están en muchísima mejor situación de negociar, que si haces las compras otros días, especialmente de los fines de semana.
¿Y qué ganan ellos si hacen tantos descuentos? Pues supongo lo toman como una inversión en que clientes informados como yo visitemos sus negocios y los recomendemos a otros clientes. Mi amigo Jesús fue el primero de mi grupo de amigos en hacerse una, y aunque nos reíamos de el al principio, hoy todos tenemos la nuestra e incluso nos las pedimos prestadas, para aquellas situaciones en las que llegamos a los topes máximos de descuentos por tarjeta. Algo así como pagar entre todos o pagar a escote, pero jugando con los descuentos para que nos salgan las compras, aún más baratas si cabe.
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