miércoles, 28 de mayo de 2014

El turismo por motivos esteticos

Eran las siete y diez de la tarde, cuando un el rumor de los acordes del acordeón llegó a mis oídos. Sentado en la terraza de la habitación de mi Hotel, disfrutando del aire tibio que soplaba desde las montañas, afiné el oído para identificar la canción que tocaba el músico callejero.

Nino Rota... La famosa canción de la película El Padrino.

Era un instante delicioso, y más acompañado de aquel whisky con hielo que me habían subido de la cafetería.

Dejé que mi mirada se perdiera en el inmenso horizonte que podía contemplar desde la décima planta. Un cielo totalmente limpio de nubes, anunciaba una noche colmada de estrellas. El sol se fue poniendo hasta desaparecer del todo, dejando a su paso estelas de fuego rojo que duraron solo instantes.

Cerré los ojos y pensé en María. Su voz suave, su sonrisa, su cuerpo cálido, su aliento en mi nuca... Amaba a aquella mujer como a nada en el mundo.

Quería sorprenderla cada día, quería que ella me adorara tanto como yo lo hacía, y por eso desde hacía tiempo, la idea de mejorar mi aspecto rondaba mi cabeza.

Yo ya no era un niño. María siempre juraba que yo le gustaba tal y como era y que no cambiaría nada de mí. Pero yo quería ser mejor.

Desde muy joven empecé a notar que me clareaba el pelo. Pocos años después las entradas en mis sienes eran más que visibles. A mis 34 años ya tengo una calvicie incipiente.

Mi amigo José Manuel fue a Clínicas Diego de León hace tres años porque tenía el mismo problema que yo. Hoy nadie diría que era casi calvo. Así que ahorré durante unos meses y en cuanto pude reunir el suficiente dinero, acudí a la misma clínica estética que él para someterme a una operación de trasplante de pelo folicular.

Hoy por hoy es la técnica más avanzada que existe para resolver este problema estético que a tantas personas nos acompleja. Mi amigo, tras el trasplante, parecía que había rejuvenecido diez años, había tomado mucha seguridad en si mismo y se sentía muy feliz.

Me recomendó que yo me lo hiciera cuanto antes y me aseguraba que no me arrepentiría.

Ya estoy deseando que amanezca, para ir mañana a la Clínica y empezar. No le he dicho nada a María. Quiero que sea una sorpresa para ella.



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